sábado, 9 de abril de 2011

La ortografía en el chat

Muchos estudiantes y profesores, así como profesionales de diversas áreas y gente culta en general, reaccionan escandalizados y expresan sus inquietudes ante las alteraciones que sufre la lengua al ser usada en facebook, twitter, mesenger o cualquier otra red social o medio de comunicación escrita típico de la era digital. Y se preguntan: ¿Es posible controlar el mal uso de la lengua al chatear? ¿Se debe exigir el cumplimiento de las normativas ortográfica y gramatical a los usuarios de los sistemas de mensajería vía internet? ¿Qué se podría hacer para evitar o mejorar todo esto?

Más que críticas o rechazos lo que este fenómeno precisa es reflexión. Habría pues que analizarlo y explicarlo a fondo, para comprenderlo y ponderarlo en su justa dimensión, para conocer sus causas y sus consecuencias, sus aspectos positivos y negativos, para descartar prejuicios y plantear las advertencias correspondientes. En tal sentido, es bueno tomar en cuenta algunas cosas como las siguientes:

En toda lengua se presentan diversos niveles de uso de la expresión, desde los más vulgares hasta los más cultos, y esto se manifiesta tanto en el habla como en la escritura de la gente.

La lengua reproduce las estructuras sociales y culturales: cada quien se expresa según sus capacidades o limitaciones, según sus intereses, su contexto y su pertenencia a determinados grupos sociales.

Los registros lingüísticos responden a contextos formales e informales, por lo que cada persona asume uno u otro dependiendo de la naturaleza de la conversación que sostenga y de sus propias capacidades para llevar a cabo la comunicación.

Las causas de la economía y de las deficiencias lingüísticas que se ponen de manifiesto al chatear son diversas, e incluyen aspectos tanto sociológicos como psicológicos, tanto educativos como actitudinales.

El chat o el comentario por escrito a través de medios electrónicos, por su propia naturaleza informal y por la espontaneidad que lo rige, está sujeto a cierto pragmatismo lingüístico: la gente busca la rapidez de la comunicación, por lo que es proclive a la simplicidad de lo coloquial.

Las faltas de ortografía reflejan los niveles de competencia y las actitudes de cada uno de los usuarios de la lengua; en consecuencia, debido a la precaria formación académica de la mayoría de los dominicanos, no podemos esperar un buen uso de la lengua en los medios de comunicación, pues nadie puede dar de lo que no tiene.

La lengua es un fenómeno de comunicación social, producto de una comunidad de usuarios, que la heredan y la aprenden unos de otros. La gente sigue modelos lingüísticos de los diferentes entornos en que se desenvuelve; en los contextos formales, las personas tratan de adaptarse a las exigencias; en contextos informales, las personas suelen dejarse llevar por la corriente e imitar modelos o paradigmas expresivos existentes y adaptarse así a la situación comunicativa en que se hallan.

Es inevitable, en consecuencia, lograr unificar criterios al respecto; cada emisor se expresa como puede y como quiere y será juzgado o no según la conciencia de su receptor.

El lado positivo del fenómeno es que estos sistemas de mensajería instantánea amplían los canales de comunicación social. En cuanto a los aspectos negativos, las principales consecuencias de escribir sin seguir las normativas idiomáticas podría ser estas: comunicación deficitaria en menor o mayor grado, promoción inconsciente del empobrecimiento lexical y semántico, profundización de los problemas ortográficos y gramaticales.

En definitiva, paradójicamente, más es menos en el caso que nos ocupa: ciertamente la gente tiene más opciones de mantenerse en contacto y aparentemente se expresa más (criterio de cantidad), pero lamentablemente se comunica menos (criterio de calidad), debido a la superficialidad que suele regir el diálogo en la mayoría de los casos.

Pienso, sin embargo, que no debemos asumir actitudes alarmistas, pues a fin de cuentas toda lengua es un gran sistema que se compone de innumerables subsistemas o dialectos, que a su vez revelan la conformación de cada uno de los distintos estratos sociales, así como la diversidad de contextos en que mujeres y hombres se comunican.

Pero, además, es válido destacar que el seguimiento a las normativas nunca ha sido general ni mucho menos total entre los usuarios de la lengua, pues en la práctica siempre han sido sólo unos pocos (entre ellos algunos intelectuales, artistas, lingüistas, profesores y autodidactas) los que conocen grosso modo la lengua y respetan sus reglas ortográficas y gramaticales.