jueves, 12 de abril de 2012

Algunos datos sobre el español dominicano

El español dominicano es la variedad dialectal hispánica usada por los dominicanos para comunicarse cotidianamente. Sus rasgos básicos son los mismos del español de la península ibérica, con ciertos matices generales del español de América y los muy particulares que ha adoptado históricamente en el territorio de la República Dominicana, donde la lengua ha venido evolucionando desde finales del siglo XV.


Desde sus orígenes coloniales, el español se enriqueció bastante al recibir el influjo de un gran caudal de indigenismos taínos, luego de africanismos, después de galicismos y, más tarde, de anglicismos, que se han quedado de una u otra manera en el habla de nuestro pueblo. A todo lo cual habría que sumarle las palabras, expresiones o significaciones propias (dominicanismos) que fue generando la sociedad dominicana en su trajinar cotidiano.

Con más detalles, veamos a continuación las particularidades que caracterizan al español dominicano.

Rasgos lexicales

Se sabe que desde inicios del proceso de colonización española, nuestra lengua asimila inicialmente un gran caudal de indigenismos, procedentes de lenguas como la taína, la caribe o la arahuaca, usuales en ámbitos como la flora, la fauna, los objetos, la religión, las demarcaciones geográficas, la hidrografía, las creencias religiosas y las expresiones socioculturales, de donde proceden palabras como: caoba, guayacán, yuca, maíz, manatí, caimán, iguana, colibrí, carey, cocuyo, tiburón, barbacoa, canoa, coa, hamaca, areíto, cemí, huracán, behíque, cacique, batey, Camú, Ozama, Cibao, Higüey, entre tantas otras de uso cotidiano en nuestro país y algunas en el resto del mundo hispánico y hasta en otras lenguas.

Hay en el español dominicano muchos marinerismos, debido a la gran cantidad de marineros que visitaron o poblaron la isla durante la etapa de colonización europea. A ellos se deben palabras como: abarrotar, amarrar, derrotero, marearse, flete, singar (que originalmente significa “remar”, pero en sentido figurado se entiende como “copular”).

Luego, con la sustitución de la mano de obra indígena por la de los esclavos traídos del continente africano, el español de nuestro país absorbió decenas de africanismos de diversa procedencia, como: bachata, guineo, guinea, bemba, vudú, fucú, tango, mandinga, guandul, mondongo, banana, quimbamba, cachimbo, engombe, malanga, conga, mambo, chévere, mofongo, toto (este último convertido lamentablemente en palabra vulgar, aunque su significado original en lengua suajili familiar es “niño”. Véase al respecto: Ayuso, J. J. (2003): En busca del pueblo dominicano. Editora Manatí, Santo Domingo, p. 106).

Más adelante, el español dominicano asimiló decenas de galicismos, o palabras provenientes del francés, como: boutique, fuete, brasier, merengue, flamboyán, élite, matiné, garaje, amateur, bulevar, cabaret, carné, bufete, chofer, chef, complot, hotel, menú, peluche…

Más tarde, el español dominicano se llenó de anglicismos (palabras procedentes del inglés), sobre todo vía influencia estadounidense, de ámbitos como los deportes, la tecnología, la moda, la economía, el ocio, etc. He aquí algunas de ellas: bate, béisbol, pítcher, cátcher, jonrón, ampaya, fútbol, club, tenis, printer, blog, suáper, filme, snob, panti, tráiler, mofle, software, copy, show, hits, cash, flow, hobby, bómper, guachimán, okey…

Los dominicanismos

Dominicanismo es “cualquier vocablo, expresión o significado que ha surgido como producto de la creación local, parcial o totalmente, y que, desde el punto de vista diatópico, forma parte del uso activo y/o pasivo de la mayor parte de los dominicanos”, según Carlisle González (Un estudio de lexicosemántica: el español dominicano. Ediciones Tapia / Editora Universitaria-UASD, Santo Domingo, 2006, p. 203). Este autor los clasifica en:

a) Lexicales, como rebú, furufa, chin

b) Semánticos, como bola (con el sentido de viaje gratis), botella (con el sentido de persona que cobra sin trabajar), concho (transporte público)

c) Morfonéticos, como desinquieto (inquieto), desapartar (apartar), regoso (riesgoso o con riesgo de…), guachimán (watchman > guardián)

d) Morfosintácticos, como “me se olvidó” (se me olvidó), “la mujérese” (las mujeres)

Rasgos fonéticos

Ante una simple audición, el español hablado en la República Dominicana parece presentar cuatro grandes zonas fonéticas:

1) La zona de vocalización de algunas consonantes implosivas, en casi toda la región norte o cibaeña, donde resultaría normal escuchar [aipaigáta], [aiminitradói] y [aisión], en donde se leería: alpargata, administrador y acción.

2) La zona de lateralización de /-r/ implosiva, en casi toda la capital dominicana, región sur central, donde resultaría normal escuchar [elmáno], [kontáltelo] y [entendél], en donde se leería: hermano, contártelo y entender.

3) La zona de vibrantización de /-i/ o /-l/ implosiva, en gran parte de la región suroeste del país, donde resultaría normal escuchar [arkánsamelo], [asérte] y [nasionár], en donde se leería: alcánzamelo, aceite y nacional.

4) La zona de geminación de consonantes, en varias comunidades de la región este del país, donde resultaría normal escuchar [obbídala], [tádde] y [puékko], en donde se leería: olvídala, tarde y puerco.

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